Sobre Bruno

Nací en una familia de tradición bodeguera, siendo, junto con mi hermana Fiorella la cuarta generación. Mi padre Carlos siguió el legado de su Padre, René Bresesti, quien continúo el de su padre Pietro, inmigrante de la región de Lombardía en Italia y se erradico en la zona de Peñarol viejo, Montevideo, donde fundó la bodega en el año 1937.

Vivimos gran parte de mi infancia en el centro de Montevideo en un apartamento. Cuando llegaban las vacaciones de verano nos mudábamos al predio de la bodega, una casa quinta, mucho más rural de lo que lo es hoy donde mi padre venía a trabajar a diario. Nos instalábamos en la antigua casa de mis abuelos. Grandes recuerdos de ese momento tenemos con mi hermana donde pasábamos veranos al aire libre, con perros, en bicicleta, saltando en las antiguas camas de parrilla y colchones de lana.

El motivo de este traslado temporal no solo tenía que ver con nuestras vacaciones de verano sino que también coincidía con la etapa de mayor trabajo, la vendimia, donde recibíamos las uvas para elaborar el vino. Esto le permitía a la familia estar todos juntos y a mi padre estar más cerca al cuidado de la vendimia.

En ese entonces la familia no producía uva, siempre se compraba a productores locales o incluso a viticultores de la zona donde posteriormente compraríamos el viñedo.

En 1997 mis padres deciden comprar un viñedo de 15 hectáreas en la zona de Las Violetas, Canelones. Mamá, Graciela, en ese entonces trabajaba de forma dependiente, es ahí que decide renunciar y ayudar a papá en la bodega que a partir de ese momento comenzaría con viñedos propios. La familia toma la decisión de reparar la casa de los abuelos y mudarse de forma definitiva al predio casa quinta de la bodega.

El viñedo propio fue toda una aventura y un gran desafió les llevó extrema dedicación a mis padres ya que era un rubro nuevo. Tuvieron que aprender mucho y equivocarse aún más. Yo a todo esto tenía apenas 9 años, poco me acuerdo de esa época del viñedo, salvo que tenía que levantarme a las 5 am los sábados para ir a ayudar y manejar el tractor, así como algunos fin de semana colaborar en tareas manuales.

Veinte años después puedo decir que mis padres se convirtieron en expertos viticultores, trasformando aquellas iniciales 15 hectáreas en un paisaje completamente diferente y de excelencia, siendo un gran ejemplo en una región de máximas exigencias del cultivo como lo es Las Violetas, una zona de gran potencial, historia y concentración de viñedos.

A todo esto nosotros, Fiore y yo nunca tuvimos presiones por seguir el mismo camino de tradición. Fiore optó por estudia Ciencias Biológicas, yo, sin embargo poco a poco fui adquiriendo la misma pasión por el viñedo que mi padre descubrió en 1997, y que sería su mayor disfrute incluso por encima de la elaboración de vino.

En 2007  me inscribí en la Facultad de Agronomía, y al finalizar mis estudios fui a Estados Unidos a trabajar en una bodega gigante en California por 6 meses. Estas vivencias me marcaron para luego volver y proponer a mis padres iniciarnos en pequeñísima escala a la elaboración de vinos finos de alta gama.

A inicios de los años 2000, mis padres ya habían iniciado una transformación en la bodega, relacionada, sobre todo, a los envases que se comercializaban. Se lanzaron envases de 1.5 y 3 litros de vino de mesa con mucho éxito, aún más para esos años donde el país atravesaba una crisis económica muy grande, sirvió muchísimo para seguir adelante. Históricamente fue la vieja y querida damajuana pero que poco a poco se estaba tornando un camino sin salida, un producto de baja rentabilidad y que por ende era necesario ser vendida de forma más masiva, en una empresa que era y es todo lo contrario pequeña y con un trabajo de calidad.


En paralelo se envasaron por primera vez para la bodega vinos finos en la botella de 750cc, de esto si tengo anécdotas. Fue toda una nueva experiencia para la familia, recuerdo que se armó una especie de línea de llenado en el sótano de la bodega donde una vez que la botella era tapada, con mi hermana las estivábamos contra una pared. Se envasaron 5000 botellas de Sauvignon blanc, Cabernet franc rosado, Tannat-Cabernet y Cabernet franc tinto. El sótano quedó rebosante de botellas, una vez finalizado el trabajo era un placer observar las estibas de botellas. La marca de estos vinos era “De Nuestra Viña”, un nombre que se le ocurrió a papá y que, precisamente tenía que ver con la adquisición de los viñedos, plantaciones nuevas y uvas propias.

Tanto las líneas de vinos de mesa como las de vino finos fueron destacadas con premiaciones en un concurso local llamado “El consumidor rey”. Sigo teniendo anclado el recuerdo de llegar de estudiar y ver a mamá llorando porque habíamos sacado medalla de plata con nuestro tinto de Cabernet franc “De nuestra viña”. Hoy entiendo que esos llantos no solo eran de alegría, ya que pasábamos una situación económicamente compleja a nivel país y empresa.

A la vuelta de California, ese mismo invierno de 2014, iniciamos una poda súper estricta y diferenciada en solo 10 filas de la variedad Tannat. Se realizaron muchos trabajos sobre la vegetación, mucha intervención manual para lograr la perfección en cuanto al número de brotes, su ubicación, entre otros muchos detalles. Por último llegó el momento del raleo, actividad donde se tira uva, esta ocurre a mediados de enero en Uruguay y tiene como objetivo dejar poca uva para que la que quede sea de gran calidad. Esta actividad fue algo impactante para nosotros, se corta uva que cae al piso y se pierde, no estábamos acostumbrados para nada a esto.

De todos estos trabajos en viñedo y bodega, surge nuestro primer vino de alta calidad, Tannat Premium 2015.

A mediados de 2015 tuvimos una llamada telefónica que significó la obtención de una medalla de plata en Francia, un concurso internacional muy importante llamado Vinalíes, que ocurre en Paris, y donde fuimos seleccionados con ese Tannat Premium 2015 entre los mejores 1000 vinos del mundo. Esto cambiaría el rumbo de la empresa familiar drásticamente.

A partir de allí en más, nos esforzamos a diario para lograr mejores vinos y nuevas etiquetas de vinos finos, logrando llegar hoy en día a unas 30 etiquetas entre vinos de línea y ediciones especiales. Actualmente exportamos a destinos como Brasil, Paraguay, Estados Unidos e Inglaterra.

Desde entonces en viñedo hemos reforzado y experimentado nuevas y mejoradas técnicas para llegar a mejorar la calidad de nuestras uvas. La Bodega ha pasado por grandes transformaciones de infraestructura y mejora permanente para lograr siempre apuntar a una mejora continua y constante.

Hoy me encuentro liderando la empresa familiar, en una etapa con un gran reconocimiento de marca fruto de la calidad de los vinos que con mis padres hemos estado haciendo con mucho esfuerzo y dedicación.

Además, vinculado también con mi rol de Ingeniero Agrónomo, me encuentro asesorando viñedos en varios puntos del país, de personas que se han animado a iniciar en el rubro y que han confiado en mí para la dirección del emprendimiento, que se apalancan en toda mi experiencia para luego vinificar en nuestra bodega grandes vinos. Así como otros que no tienen viñedo pero que compartimos un almuerzo para crear un corte de variedades, un blend propio para llenar su propia barrica.

Todas estas vivencias y experiencias han sido la base de un conocimiento muy profundo y arraigado en mí, a través de nuestro estilo de vida, de un estilo de vida de hacer los que nos gusta, de equivocarnos y volverlo hacer mejor para seguir superándonos.

Bruno.

Carrito de compra
Scroll al inicio